Un 18 de enero de 1881, la ciudad de Lima amanecía en silencio. En el aniversario número 343 de la fundación de la ciudad y apenas un par de años después del estallido de la Guerra con Chile, los habitantes de la capital aguardaban con cautela adentro de sus hogares. Las noticias de la destrucción y violencia desatada en las Batallas de Miraflores y Chorrillos a manos del ejército invasor eran suficientes como para espantar a cualquiera: Chile finalmente había vencido al grueso del ejército peruano y no había vuelta atrás. Esa mañana, el optimismo que colmaba los espíritus de los limeños se había esfumado finalmente. El júbilo con el cual todos celebraron el inicio del conflicto armado con el país sureño en 1879 se había convertido tan solo en un agrío recuerdo que todos ansiaban olvidar.

Es muy fácil imaginar lo sobrecogedor y traumático que tuvo que haber sido vivir aquellas primeras horas de la ocupación definitiva de Lima y toda la incertidumbre previa que invadió los hogares de la ciudad desde 1880, año en el que la Guerra finalmente tocó las puertas de la capital. Es así que, dada la importancia de este hecho histórico, no he podido evitar preguntarme los últimos días lo siguiente: ¿por qué parece que la toma de Lima a manos de Chile fue borrado de nuestra memoria colectiva reciente? ¿Es que acaso las clases de la escuela y nuestros padres podrían habernos hecho más conscientes de la crudeza de los eventos que se vivieron hace poco más de 150 años en nuestra ciudad?

Civiles de todas las edades se sumaron a la resistencia de Lima (Fuente: Instituto de Estudios Históricos Marítimos del Perú)

Los últimos días he venido consumiendo de forma apasionada libros, documentales y fotografías que hablan sobre la Guerra del Pacífico y la forma en la que esta fue acercándose a la ciudad capital. Relatos que hablan sobre la ingenuidad y la desorganización del bando peruano, pero también del coraje, entrega y unión mostrada por ciudadanos de a pie que quisieron defender a sus hijos, familia y amigos. Es por ello que las siguiente líneas buscarán (re)descubrir la historia de aquellos valerosos peruanos que ofrecieron su vida por la Patria, a pesar de la gran cantidad de adversidades que enfrentaron. Para lograrlo, me apoyaré en diversos materiales escritos y audiovisuales recientes que contextualizan estos hechos en la ciudad que hoy habitamos.

La guerra toca las puertas de la capital

Tras la destrucción casi total de la escuadra naval peruana y el fracaso de la Campaña del Sur a mediados de 1880, la marcha del ejército chileno sobre la capital del Perú era inminente. Frente a esta urgente situación, el gobierno de turno no tenía muy clara la estrategia que seguiría para defender la ciudad debido al convulsionado escenario político que afrontaba el país por aquel entonces. Ante la huida del presidente Mariano Ignacio Prado en plena guerra, Nicolás de Piérola acabo asumiendo la conducción política del país a través de un golpe de Estado y decidió también arrogarse el control total sobre las Fuerzas Armadas, muy a pesar de su desconocimiento sobre la profesión castrense. En este contexto, el denominado «Presidente Provisional de la República» desconfió con frecuencia de las recomendaciones hechas por su Estado Mayor (el cual cuestionaba la racionalidad de sus decisiones) y asumió como propias la mayoría de las catastróficas decisiones que en adelante se tomaron para organizar la defensa de la capital.

Así, ante la sospecha de que el ejército chileno desembarcaría en Ancón, el dictador decidió malgastar recursos y tiempo valioso en la fortificación de emplazamientos que estaban localizados en la frontera norte de la ciudad. A pesar de las constantes advertencias de su Estado Mayor, el gobierno mandó a construir la denominada «Ciudadela Piérola» en la cima del cerro San Cristóbal y a preparar la defensa de otros cerros aledaños como el San Bartolomé y Vasquez. La realidad de los hechos acontecidos días más tarde demostrarían que el plan estaba destinado a fallar: las piezas de artillería dispuestas en estas fortificaciones estaban muy cerca de la ciudad para operar y la guerra terminaría acechando desde el sur.

Después de estas idas y vueltas, entre noviembre y diciembre de 1880 se dio a conocer la noticia del desembarco de un gran contingente militar chileno en las bahías de Pisco y Curayacu (hoy conocida como San Bartolo): no cabía duda que el Sur de la ciudad se convertiría entonces en el nuevo teatro de operaciones de la Guerra del Pacífico. Alertados por la presencia enemiga, el gobierno trató de improvisar una defensa a lo largo de las colinas que circundaban San Juan y Chorrillos. Se decidió así la creación de una línea de trincheras que se extendería por 14 kilómetros desde el lado sur del Morro Solar hasta Monterrico, la cual estaría resguardada por el ejército peruano profesional (compuesto por aproximadamente 16,000 hombres).

Foto original del desembarco chileno en Curayacu en 1880, sobrepuesta sobre foto reciente de entrada a playa Santa Maria (Fuente: Juan Carlos Flórez Granda)

La preparación de la línea de San Juan se realizó en escaso tiempo y las condiciones en las que Lima encararía su próxima batalla no eran del todo favorables. Debido a la improvisación del gobierno y las grandes carencias económicas de la época (ya habíamos perdido el salitre de Tarapacá), muchas de las trincheras construidas en la cima de las colinas del Sur de la ciudad no pudieron ser terminadas. Además, la repartición del ejército peruano a lo largo de la extensa línea defensiva y la incapacidad de establecer un contingente militar que sirviera de respaldo a este destacamento militar, debilitaron aún más la estrategia que Piérola había concebido inicialmente. Así, mientras la capital cambiaba rápidamente la orientación final de sus defensas a pocos días del enfrentamiento clave, el ejército chileno ya había iniciado sus primeras expediciones para identificar el lugar donde asestaría su primer golpe.

Foto Izquierda: 1era Linea Defensiva de San Juan en 1881 (Fuente: CEHMP) / Foto Derecha: Línea de San Juan vista en Google Maps en 2024 (Elaboración propia)

El primer encuentro: La Batalla de La Rinconada

Uno de los primeros enfrentamientos entre chilenos y peruanos en la capital se llevaría a cabo en los alrededores de La Rinconada de Ate, lugar en el que se encontraban por entonces las haciendas de La Planicie, Monterrico, Camacho y Melgarejo (emplazamiento actual de la Sede Principal del BCP). Desde el bando chileno, el coronel Orozimbo Barbosa sería el encargado de dirigir las acciones en esta región, así como de organizar al gran contingente armado que requeriría para alcanzar la victoria. Gastón Gaviola lo describe con mayor precisión en su libro Perú Batalla:

No sabían con lo que se encontrarían en su avance, por lo que Manuel Baquedano, general en jefe del ejército chileno en campaña, decidió no correr riesgos innecesarios y le asignó [a Barbosa] una robusta división de las tres armas. Infantería, caballería y artillería partían adentrándose por los potreros y campos de labranzas que hay en el camino de Manchay […] totalizaban 2000 hombres»

Línea Roja: Ubicación trincheras del ejército peruano vista en Google Maps 2024 / Línea Azul: Trayectoria de avance del ejército chileno desde su partida en Manchay vista en Google Maps 2024. (Elaboración Propia)
Ceremonia en el Parque El Cañon de La Molina en conmemoración de los 130 años de la Batalla de la Rinconada (Fuente: Municipalidad de La Molina)

Mientras tanto, desde el bando peruano, la tarea de la defensa de La Rinconada le sería encargada al coronel Mariano Vargas, misión para la cual le fue asignado un destacamento de 250 soldados y 110 milicianos, quienes fueron pertrechados por sus patrones hacendados. A todas luces, la diferencia numérica entre ambos ejércitos se anticipaba con un gran dolor de cabeza para los nacionales, no obstante, este no era el único reto que tendrían que enfrentar. Los soldados peruanos iban armados con antiguos rifles Minié que debían ser cargados desde la boca del cañón, mientras que los chilenos contaba con modernos rifles de sistema Gras que ofrecían a un tirador experto hasta ocho tiros por minuto. Una desventaja que sería sorpresiva e indignante hoy para cualquier peruano de a pie, pero que al final y al cabo solo era una anécdota más por aquel entonces, en medio de la desorganización del bando peruano durante la Guerra.

Por otro lado, y para contrarrestar nuestra posición poco ventajosa, el coronel Vargas dispuso la excavación de trincheras y la instalación de dinamitas a lo largo de la quebrada de Ate y las laderas de cerros aledaños desde el 5 de enero de 1881. Terrible sería para él descubrir, días después, que el ejército chileno ya había iniciado su marcha desde el Portachuelo de Manchay y que se encontraban más cerca de lo que él estimaba. Así fue que el 09 de enero de 1881, el contingente chileno se enfrentó con el peruano en medio de trincheras a medio construir. El panorama era desolador en palabras de Gaviola:

Los cañones Krupp de la artillería chilena descargaban sobre (los peruanos) puntuales andanadas que hacían saltar sus trincheras de piedra laja. Conforme el alcance de los cañones se iban corrigiendo, los tiros de los chilenos empezaban a hacerse más letales. […] Súbitamente, los soldados (peruanos) ven crecer primero y materializarse después una sombra compacta. [….] El suelo también había comenzado a temblar. La caballería enemiga se hacía presente».

Abrumado por el número de atacantes, y tras serle denegada la oportunidad de recibir refuerzos, el coronel Vargas decidió replegar su batallón hacia el cerro Vásquez, lugar en el que podrían buscar resguardo gracias a la artillería dispuesta en dicho sector. El ejército chileno persiguió a los sobrevivientes del bando peruano por algunos minutos más, pero luego detuvo el ataque por órdenes de Barbosa. El coronel había cumplido la misión y ahora le tocaba regresar a Manchay para informar sobre la precaria situación de las defensas peruanas. Sin embargo, a pesar de la victoria alcanzada, el ejército invasor tendría que superar un obstáculo más durante su retirada: la aparición en escena de un «Batallón Taurino» en pleno campo de batalla. Unos 300 toros de lidia de propiedad de hacendados locales que fueron liberados por los soldados peruanos hacia el final del enfrentamiento, y que arrasaron todo lo que se interpuso en su camino. Una invitación al contingente chileno a acelerar el paso de vuelta, según cuenta la tradición oral.

Representación de la embestida de «El Batallón Taurino» según da cuenta la tradición oral (Fuente: DevianArt – Marco 2020)

La barbarie de San Juan y Chorrillos

Tras realizar algunas otras expediciones de reconocimiento desde la frontera sur de la capital, el ejército chileno se sintió convencido de poder reunir las condiciones necesarias para alcanzar la victoria. Fue así que este midió sus fuerzas frente al ejército peruano el 13 de enero de 1881 en lo que se llamaría la Batalla de San Juan. El enfrentamiento más brutal de la Guerra del Pacífico y acaso uno de los más violentos de la historia de América del Sur, en el que se contó cerca de 2800 muertos y 4500 heridos entre ambos bandos.

Para entender un poco más de este cruento episodio de la Guerra, me quedaría corto el alcance de este artículo por lo que, los invito a disfrutar este maravilloso corto documental publicado este año por el canal peruano La historia como NO te lo contaron en YouTube, en el que se explica el desarrollo del conflicto con excelente detalle:

Corto documental que explica con mucha pasión la Batalla de San Juan y Chorrillos

Tras un largo enfrentamiento que duró toda la mañana y que puso a prueba la valentía del ejército nacional, la batalla concluyó con un resultado favorable para el cuerpo armado chileno. Al haber logrado su cometido, el destacamento enemigo irrumpiría a continuación en las calles de Chorrillos cerca del mediodía para cometer algunos de los actos más delicuenciales y deleznables de la guerra. El agregado militar británico William Acland que vivió la ocupación desde el bando chileno, lo describe con mayor precisión:

Tan pronto terminó la lucha, las tropas irrumpieron en las tabernas y las tiendas que vendían aguardiente, (los soldados) se emborracharon rápidamente y perdieron el control de sí mismos, y se dio lugar a escenas de destrucción y horror; que yo creo que ha sido raramente visto en nuestros tiempos; las casas y las propiedad fueron destruidas, los hombres discutían y se disparaban entre ellos como medio de diversión, las mujeres fueron violadas, los civiles inocentes fueron asesinados. El cementerio se convirtió en un lugar en donde los soldados beodos practicaron sus orgías y hasta abrieron las tumbas para remover los cadáveres y dar paso a sus comparñeros embriagados»

Destrucción de Chorrillos depues de la ocupación chilena en 1881 (Fuente: Lima Tomada)

Mientras los balnearios de Chorrillos y Barranco eran destruidos, los rezagos de las tropas peruanas que fracasaron en su intento por contener el avance chileno volverían a la capital peruana, para compartir relatos de horror, como el de Pedro Davalos recogido en Lima Tomada:

Acompañado de Manuel Moreira y de mi hermano Jesús entramos a Lima, a las 12 a.m. de aquel pavoroso día. Después de efusivo abrazos, subimos al techo para enterrar los fusiles (…) Estando en la altura contemplamos las nubes rojizas que a mucha distancia iluminaban el cielo inmediato (…) aquella noche incendiado por el invasor chileno (…) Mi madre presidió la mesa donde nos sentamos a cenar. Ella, mi padre, mis chiquillas hermanas nos hacían numerosas preguntas acerca del combate (…) Más tarde llegaron mis hermanos Enrique y Florencio, y cuando confirmaron la muerte de Carlos Dávalos, ocurrida en la batalla de San Juan, considerase lo ocurrido tan insignificante al compararlo con la magnitud de la desgracia nacional y con la noticia que al día siguiente los chilenos entrarían a Lima(…), que nadie derramó una lágrima, ni dejó oír un lamento»

La destrucción definitiva del ejército profesional del Perú en la Batalla de San Juan y Chorrillos supuso un punto de quiebre durante la guerra. Sin mayor posibilidad de organizar un contraataque efectivo, nuestros líderes harían un último llamado a los ciudadanos de a pie para defender la capital en la última línea.

Los reductos: la última defensa de la ciudad

Los soldados peruanos apostados en el extremo sur de Lima aún podían divisar a la distancia las llamas que consumían los últimos escombros de Chorrillos y Barranco: muchos ya empezaban a sentir un presagio de lo que estaba por venir. La última línea de defensa de la capital estaría liderada por lo que se llamó el Ejército de Reserva, un variopinto conjunto de profesionales, artesanos y estudiantes convocados a defender la Patria. Este reclutamiento fue posible gracias al decreto emitido por el presidente de facto Nicolás de Piérola, en el que se ordenó a todos los habitantes varones de Lima de entre 16 y 60 años (sin distinción de clase, estado o posición social) enlistarse en las filas del ejército peruano.

En paralelo, el gobierno de turno mandó organizar la construcción de los famosos «reductos» a lo largo del perímetro sur de la ciudad: una estructura defensiva, originalmente ideada por los franceses, que consistía en la construcción de fosos con agua (para detener el avance de la caballería) y barreras con sacos de arena, tierra y piedra (para amortiguar el fuego enemigo). En la práctica, y debido al poco tiempo de preparación (cerca de 40 días), estos «islotes de resistencia» terminaron siendo construidos de forma deficiente y con mucha separación entre ellos (entre ochocientos y mil metros). A pesar de todas estas limitaciones, la ciudad se organizó para cumplir este plan que solicitaba la creación de hasta 10 reductos que estarían dispuestos en línea desde Miraflores hasta Monterrico.

Representación gráfica de la estructura de un reducto (Fuente: TV Perú)
Izquierda: Plano antiguo de reductos de la línea de defensa de Miraflores (Fuente: IEHMP)
Derecha: Ubicación aproximada de reductos en el mapa de Lima en 2024 (Fuente: Wikipedia)

Finalmente, la Batalla de Miraflores tendría lugar la mañana del 15 de enero de 1881, en la que una serie de disparos aleatorios entre ambos bandos detonó el inicio del conflicto. A pesar de todo el esfuerzo detrás de la construcción de los reductos, solo 5 entraron en acción dicho día. A pesar de ello, el ejército peruano se defendió con mucha valentía a lo largo de las cuatro horas que duró este episodio de la guerra. Se contaron 3000 bajas para el ejército peruano y 2100 bajas para el chileno. Más tarde, hacia el final del mismo día, Piérola renunciaría a la defensa de la ciudad y al mismo tiempo habilitaría el camino para la invasión completa de la capital el 18 de enero del mismo año. El pesar de la población era muy grande, y se puede entender mejor en la experiencia de la poeta Lastenia Larriva cuyo testimonio recoge la historiadora Carmen McEvoy:

Entre la mañana del 17 de enero y al atardecer de ese mismo día llegaron cientos de refugiados a conventos, colegios y consulados. Lastenia Larriva[…] cuenta como ella y su familia buscaron asilo en el Colegio Belén. En este lugar, aparentemente resguardado por la bandera francesa, Larriva recibió dos noticias que la conmovieron profundamente: una de ellas fue el desastre de la patria y el otro la muerte de su esposo, quien junto a su hermano y su cuñado cayeron peleando en Miraflores. A partir de ese momento Larriva y su hermana lucieron las tocas de viuda»

Matrimonio de ‘luto’ durante la época de la ocupación chilena de Lima (Fuente: Lima Tomada)

Luego de la ocupación total de la capital, algunos líderes del ejército peruano, como Andrés Avelino Cáceres, se negarían a dar la guerra por perdida y se internarían en la serranía de nuestro país para organizar la resistencia desde los Andes: la llamada Campaña de la Breña estaba por iniciar. Por otro lado, Lima seguiría ocupada hasta 1883, y otras provincias del Perú como Tacna, que vivieron subyugadas por el control chileno, no podrían cantar el himno nacional hasta 50 años después.

Aprendiendo a vivir con las secuelas

Es muy difícil determinar cuál es el bando malo y el bueno cuando una guerra se desata. A veces resulta más fácil mirar al costado y negar que aquella situación traumática pasó. Lo cierto es que las personas que habitamos y transitamos a diario la capital (más allá de si nacimos o no aquí) estamos llamados a reflexionar sobre los aciertos y desaciertos registrados durante la defensa de Lima. Tanto sobre la desorganización e improvisación de los líderes que nos llevaron a una situación tan crítica como la descrita en líneas previas, como por las acciones heroicas de tantos peruanos de a pie que dejaron su vida por la Patria en las calles de nuestra ciudad.

La opinión del recordado político Luis Alberto Sanchez me ayuda a echar más luz sobre la conclusión a la que quiero llegar con este artículo:

La Batalla de Miraflores no es una epopeya precisamente, pero sí creo que es un signo, porque revela varias cosas. Desde el punto de vista ciudadano, la decisión de una frívola juventud que se vuelve heroica, de pronto, ante la amenaza de una invasión y una ocupación. Allí se demostró la reciedumbre del espíritu limeño para contraatacar y resistir. Los reductos […] fueron lugares de muerte y heroísmo, de manera que conviene, también, enseñarles […] que cuando pasan por allí ese fue un lugar donde perdieron la vida millares de limeños»

Ojalá que las nuevas herramientas multimedia disponibles en Internet nos ayuden a seguir (re)descubriendo nuevos detalles de la Guerra del Pacífico y al mismo tiempo mantener fresco el recuerdo de las historias que nos han llevado a conformar la sociedad en la que vivimos hoy.

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Fuentes

1. «Peru Batalla: Las historias que no te contaron» por Gaston Gaviola, 2021 – Penguin Random House

1. «Peru Batalla 2 : Las historias de la guerra con Chile que no te contaron » por Gaston Gaviola, 2022 – Penguin Random House

3. «Curayacu: huellas y vestigios de la guerra», por Juan Carlos Flórez Granda, Red Voltaire , 5 de abril de 2015 (https://www.voltairenet.org/article187253.html?var_mode=recalcul)

4. «Lima Tomada: Vida cotidiana durante la Guerra contra Chile 1879-1883», por Emilio Rosario. (https://archive.org/details/lima-tomada/mode/1up?view=theater)

5. «La polémica ocupación chilena de Lima: saqueos, fusilamientos y matrimonios de chilenos y peruanas» (https://www.latercera.com/culto/2024/01/17/la-polemica-ocupacion-chilena-de-lima-saqueos-fusilamientos-y-matrimonios-de-chilenos-y-peruanas/)

6. «Rinden homenaje a soldados peruanos que lucharon en batalla de La Rinconada», Andina (https://andina.pe/agencia/noticia-rinden-homenaje-a-soldados-peruanos-lucharon-batalla-de-rinconada-337084.aspx)

7. «Exposición recuerda a la Batalla de Miraflores, la última línea de defensa» por Juan Diego Rodriguez en El Comercio (https://elcomercio.pe/luces/arte/exposicion-por-los-139-anos-de-la-batalla-de-miraflores-la-ultima-linea-de-defensa-de-lima-noticia/)

8. « Guerreros civilizadores. Política, sociedad y cultura en Chile durante la guerra del Pacífico». Lima: Centro de Estudio Bicentenario por Carmen McEvoy

9. «Batalla de la Rinconada» por Marco-2020 (https://www.deviantart.com/marco-2020/art/Batalla-de-La-Rinconada-1881-903866785)

10. «La Guerra del Pacífico – Ep. 11: La Campaña de Lima (Parte 1, 2, 3)» por La historia como NO te la contaron en Youtube (https://youtu.be/UrYO6vHkYfo?si=GQ0w066HqJGkbZgl).

11. «Sucedió en el Perú: Los reductos de Lima (07/05/2023)» por TV Peru en Youtube (https://youtu.be/sagTrZDmzqw?si=e_pbkQ1QGVjm07G0)

12. «Combate de la Rinconada 09.01.1881» por José Carlos Juárez Espejo y Óscar Ferreyra Hare (https://portal.munimolina.gob.pe/descargas/pdf/2021/BATALLA_RINCONADA_2021.pdf )

Fernando Perez
Hola, tengo 31 y en mi tiempo libre me encanta escribir. Hace más de 10 años empecé como blogger, cuando aún no existía el término influencer y tener una página web todavía era cool. Hoy solo escribo para compartir ideas y aprender más sobre mi mismo.

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