Para la población promedio, esta pregunta debería resultar algo inútil. «Random» es la traducción de «aleatorio» al inglés : simple. Un hecho que sucede sin mayor explicación o relación con una circunstancia previa, y que a veces nos gusta atribuir al azar, al destino o a una casualidad. Por el contrario, para melómanos como yo que escuchan más de 50,000 minutos de música al año y buscamos sonidos frescos con regularidad, esta pregunta no es poca cosa. ¿Qué tan random es random?

Cuando dedicas tantas horas al año a curar tus playlists de música por género, año o tendencia musical, es realmente importante saber que cuando seleccionas la opción «reproducción aleatoria» o «shuffle» en Spotify, estas recibiendo justamente lo que estas buscando: una secuencia frenética e impredecible de canciones que te eleve algunos metros sobre el suelo y que jamás se vuelva a repetir. Un hilo continuo de hits único, sorpresivo y especial que mañana ni pasado mañana será el mismo: casi como si encendiéramos una radio en la que solo se transmiten nuestras canciones favoritas sin ningún orden en particular. Por que random es precisamente eso: random. ¿O me equivoco?

Mi resumen de Spotify 2021 ilustra mi obsesión.

Cuando «random» no es suficiente

Corría el año 2014 y un grupo de ingenieros en Spotify parecían tan convencidos como yo sobre esta última afirmación. La experiencia aleatoria en su plataforma estaba garantizada puesto que el modo «shuffle o random» estaba soportado por un algoritmo programado justamente para lograr dicho efecto: reproducir la siguiente canción con la misma incertidumbre y emoción que genera lanzar una moneda al aire. No obstante, grande fue su sorpresa al enterarse que un gran número de usuarios recurrentes de la plataforma seguían insistiendo en que la funcionalidad de «reproducción aleatoria» tenía fallas y que no era suficiente «random» para ellos.

Afortunadamente para el gigante del streaming, Lukáš Poláček, empleado de medio tiempo y aún estudiante de Ciencias de la Computación en Estocolmo, transitaba a menudo cerca de la misma sala de reuniones donde este grupo de ingenieros se sentaba a debatir sobre los dolores frecuentes del usuario y a planificar próximas mejoras. Un buen día, y justo en la misma temporada que Lukáš venía repasando la Teoría de Algoritmos Aleatorios, él decidió ofrecerles ayuda. Tras analizar el caso a detalle, a Poláček solo le bastó un día de trabajo y 15 líneas de código para hallar la solución al «problema». El efecto fue inmediato. Los hardcore users de Spotify levantaban en sincronía sus copas virtuales en símbolo de aprobación. El empleado de part-time lo había logrado.

«Mr. Shuffle», como fuera después llamado en las fiestas de Spotify, simplemente reescribió el algoritmo para que las canciones de un mismo artista fueran distribuidas de una forma masomenos equitativa a lo largo de un playlist. Un ejemplo puede ayudar a explicarlo mejor. Imaginemos que en un mismo playlist tienes dos canciones de Dua Lipa, Doja Cat y Kendrick Lamar, respectivamente. Previa a la correción de Poláček, como usuario al escoger el «modo aleatorio» es perfectamente posible que le toque una secuencia de canciones donde se escuche dos canciones del mismo artista de forma seguida. Esto es aleatorio en estado «puro».

Sin embargo, después del cambio en el algoritmo, las canciones se distribuyen mejor y solo se permiten secuencias de canciones donde dos canciones del mismo artista no suenen en secuencia. Es decir, el algoritmo crea una secuencia «alaeatoria» hecha a la medida del cerebro humano.

Podríamos vernos tentados a pensar que este problema de usuario hallado por los ingenieros de Spotify es un caso atípico, lo cierto es que esta compañía no ha sido la única víctima de la antojadiza percepción de sus clientes. Años atrás, durante la época dorada del iPod, muchos usuarios del dispositivo se quejaban de haber recibido su reproductor con desperfectos, sobretodo porque su botón «shuffle» no era lo suficientemente random o aleatorio para ellos. ¿Les suena familiar? Steve Jobs comprendió rápidamente que era lo que estaba sucediendo y en una keynote oficial del producto en 2015, el gurú aseveraba con plena confianza: «[el botón shuffle] es realmente random, a pesar que esto signifique que a veces escucharán dos canciones del mismo artista, una al costado de la otra«. A pesar de esta explicación, Jobs y su equipo de ingenieros finalmente diseñarían la funcionalidad «Smart Shuffle», la misma que permitió al usuario definir cuantas canciones del mismo artista o del mismo álbum estaban dispuestos a escuchar de forma consecutiva.

¿Los humanos somos raros?

La forma en como nuestro cerebro percibe lo «random» o «aleatorio» no coincide exactamente con la manera en la que este funciona en realidad. Este fenómeno se observa de forma tan repetitiva en la conducta humana que se han realizado numerosos estudios al respecto e incluso los expertos lo definen con un nombre: «la falacia del apostador» o «la falacia de Montecarlo». En efecto, este sesgo cognitivo puede definirse como «la incorrecta creencia de que si un evento sucede de forma muy frecuente en el pasado es menos probable que suceda en el futuro (y viceversa), cuando se ha establecido que las probabilidades de cada evento son independientes».

Nuevamente, vamos con un ejemplo para que quede más claro. Imaginemos que usted se ha sentado frente al juego de la Ruleta en el casino más popular de su ciudad y su tarea es apostar entre las casillas rojas o negras. Le informan que acaban de salir por quinta vez la posición «negra» y ahora le invitan a apostar. ¿Elige las negras otra vez o elige las rojas? Su sentido lógico le ofrecerá una decisión rápida y creerá que después de una racha de «negras», hay altas probabilidades que la siguiente casilla será en efecto una «roja». En cuestión de segundos, la adrenalina del juego le habrá hecho olvidar un gran detalle: cada jugada es independiente y cada color tiene las mismas probabilidades de salir premiado: 50% para negras y 50% para rojas. ¡Bingo! Es un completo azar.

#PokerFace Doja Cat esta ahora tan confundida como sus fanáticos en Paraguay.

Todo parece indicar que el juicio o la intuición de los seres humanos podría estar tan dañado como el botón «shuffle» de Spotify en 2014, ¿no les parece? Y es que a veces la extraña obsesión del ser humano por encontrar patrones donde simplemente no los hay puede inducirlo rápidamente al error. En palabras de Michael Shermer, columnista principal de Scientific American y autor de diversos bestsellers, «[los seres humanos] evolucionaron en lo que se llama «La Tierra Media» […] en dicha Tierra, nuestros sentidos evolucionaron para percibir objetos de mediana dimensión […] no están equipados para percibir a simple vista los átomos o gérmenes en un lado de la escala, o las galaxias o el universo por el otro. Evolucionamos para entender el mundo a mediana escala». En ese mismo sentido, Shermer agrega «en esta Tierra media, nuestra intuición numérica nos lleva a prestar atención y recordar tendencias de corto plazo, coincidencias significativas y anécdotas personales» pasando por alto las probabilidades reales de que algo realmente suceda.

Los mismos sentidos que nos impiden percibir elementos que pasan a la velocidad de la luz y nos impiden atestiguar el lento movimiento de las placas continentales a lo largo del tiempo, son los mismos que nos llevan a creer que el modo «random» de Spotify no es suficientemente «random» y (a veces) a perder mucho dinero en los casinos. Shermer agrega, «a pesar que nuestras intuiciones pueden ser muy útiles para lidiar con otras personas y desarrollar relaciones sociales (elementos claves en la historia de evolución de una especie primate como la nuestra), estas mismas intuiciones nos inducen al error cuando tenemos que enfrentar problemas probabilísticos«.

Pantallas que muestran estadísticas en vivo de los giros de la Ruleta en el Hotel Venetian de Las Vegas.

Al parecer «random» es con frecuencia una interpretación antojadiza de nuestro cerebro y dista mucho de lo que en realidad debería ser considerado como tal. De cualquier manera, estoy seguro que despues de leer este artículo, su intuición no lo volverá a engañar tan fácilmente otra vez.

Fernando Perez
Hola, tengo 31 y en mi tiempo libre me encanta escribir. Hace más de 10 años empecé como blogger, cuando aún no existía el término influencer y tener una página web todavía era cool. Hoy solo escribo para compartir ideas y aprender más sobre mi mismo.

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